martes, 8 de octubre de 2013

balance post-maratón Zaragoza.


      Hace una semana que corrí la maratón y ya he tenido tiempo suficiente para pensar en lo que he conseguido. 

      Al día siguiente era incapaz de andar con naturalidad y subir o bajar escaleras se antojaba casi imposible, esto es muestra de que en la carrera lo di todo. He repetido la carrera en mi cabeza muchas veces y pienso que a lo mejor podría haber corrido algo más, pero a toro pasado todo es muy fácil, cuando estaba sudando la gota gorda y sufriendo como nunca antes, no pensaba lo mismo. Sea como sea estoy muy satisfecho con lo conseguido.

      Durante esta semana he pasado por rincones de la ciudad por los que corrí el domingo y el recuerdo está tan fresco, que puedo volver a recrear a la perfección la situación de carrera en ese punto, que kilómetro era, cuanta gente animaba, cuanto faltaba para el siguiente avituallamiento y como iba de fuerzas. Esta mañana he pasado con el coche por el kilómetro 40, corriendo se me hacia eterno, parecía que el asfalto se me pegaba a las zapatillas, ha sido inevitable que la piel se me pusiese de gallina y se me erizasen todos los pelos del brazo.

      Por la noche por fin he salido a correr, desde la carrera, entre las fiestas y las agujetas de los primeros días, aun no había salido. He corrido por el parque Grande, donde se dio la salida y por los alrededores por donde transcurrían los primeros kilómetros. Después de lo de esta mañana tenia ganas de volver a encontrarme con el asfalto que me hizo sufrir y hacer las paces con él, pero cara a cara, pisada a pisada. Miles de personas al día pisarán ese mismo suelo y no les producirá ninguna sensación, pero a mi, cada vez que pise ese asfalto, me hablara a través de mis pies y me dirá "ese día fuiste más fuerte que yo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario